El barrio de La Ribera
La construcción de la Ciutadella (1716-1748), diseñada por Joris Prosper van Verboom, significó la destrucción de una quinta parte de las viviendas de Barcelona. Se derruyeron mil casas, la misma cantidad que tenían en la época ciudades como Mataró, Gerona o Reus. La zona derribada ocupaba un 17% de la superficie de la ciudad, pero era su verdadero motor económico y el corazón de una intensa actividad social. Las demoliciones afectaron al curso del Rec Comtal («riego condal»), a una parte relevante de las instalaciones industriales, al área del mercado y a la zona suministradora de servicios al puerto. Desaparecieron curtidurías, talleres de sogueros, el matadero, pescaderías, decenas de almacenes, tabernas y los molinos de sal, roldón o tabaco, hecho que tuvo graves consecuencias para el desarrollo de estas actividades. La desaparición de las infraestructuras de la zona fue acompañada de la eliminación del sector comercial del Born; del área de las abacerías, hostales y tabernas de las calles Bonaire, Joc de la Pilota y del Pla d’en Llull; de una parte de la zona industrial del Rec; de las densas islas de casas dedicadas a las actividades relacionadas con el mar y el puerto, de las industrias, de los triquets (casas de juego) y de los huertos regados por el agua de la acequia del barrio de la Fusina. También se destruyeron edificios con funciones religiosas y asistenciales como los conventos de Santa Clara, de Sant Agustí y de los Clérigos Menores, el hospital de Santa Marta y las capillas de Montserrat y del Espíritu Santo.
El centro de la actividad económica y social de la ciudad era la plaza del Born, una verdadera plaza mayor donde tenían lugar toda clase de actividades. Allí se organizaba cada día un mercado de fruta, verdura y volatería, pero también era el escenario de celebraciones religiosas, de la ejecución de los castigos ejemplares de las autoridades, de las ferias del vidrio y la cera y de las corridas de toros. La destrucción del barrio de La Ribera para la construcción del complejo de la Ciutadella convirtió la plaza del Born en un espacio marginado, que perdió una fachada entera y partes de dos más, abierto a la explanada de la Ciutadella, en cuyo horizonte se alzaba la silueta de la fortaleza.
La demolición de buena parte del barrio de La Ribera repercutió en la capacidad de crecimiento de la ciudad, porque supuso la pérdida del espacio donde se llevaban a cabo las actividades económicas más punteras y provocó un empobrecimiento de las familias, arrojadas a unas condiciones de vida miserables a causa del hacinamiento de escombros en las calles colindantes. Muchas de ellas se vieron forzadas a instalarse al otro lado de la muralla, en la zona de la playa.