Carlos II de Castilla y de la Corona de Aragón (1665-1700), conocido popularmente como «el Hechizado».
Su madre, Mariana de Austria, ocupó la regencia de la monarquía hispánica después de la muerte de su padre, Felipe IV (1665), hasta que él ascendió al trono (1675). Su reinado en Cataluña estuvo marcado por los enfrentamientos permanentes con la política expansionista de Luis XIV de Francia. Las contribuciones impuestas por la monarquía hispánica a los catalanes, mediante los alojamientos y el abastecimiento de la tropa, desencadenaron la revuelta de los Barretines (1687-1689). Paralelamente, se incrementó el intervencionismo real sobre la fiscalidad de la Generalidad, que cada vez estaba más endeudada, ya que Cataluña se había convertido en uno de los escenarios de la Guerra de los Nueve Años (1688-1697). Aun así, algunos burgueses catalanes lograron hacer negocio con las urgencias financieras y las necesidades de la guerra, motivo por el cual el abogado e historiador Narcís Feliu de la Penya afirmó que Carlos II era el mejor rey que había tenido España.
Carlos II fue el último rey de la dinastía de los Austrias en la monarquía española. La combinación de su aspecto frágil, su débil salud y su esterilidad hicieron que, muy pronto, la sucesión a la Corona se convirtiera en una cuestión internacional. Durante los últimos años de su reinado, Carlos II se puso al frente de la acción de gobierno, aconsejado en todo momento por su esposa, Mariana de Neoburgo. La diplomacia internacional y la corte española consensuaron en 1696 que José Fernando de Baviera, bisnieto de Felipe IV, sucedería a Carlos II, pero la muerte prematura del candidato, tres años más tarde (1699), suscitó nuevas tensiones. El «partido francés» de la corte y el embajador de Luis XIV apoyaban la candidatura de Felipe de Anjou, nieto del rey de Francia, mientras que la reina y la diplomacia inglesa, holandesa e imperial se inclinaban por el candidato austríaco, el archiduque Carlos, hijo del emperador del Sacro Imperio Germánico Leopoldo I. Finalmente, el 3 de octubre de 1700, pocas semanas antes de morir, Carlos II testó a favor de Felipe de Anjou,
con el compromiso previo de que la monarquía hispánica no se fragmentase. La repentina muerte de Carlos II y la decisión de legar la monarquía a la casa de Borbón desencadenaron la Guerra de Sucesión (1701-1714), que enfrentó a la alianza entre Castilla y Francia, partidarias de Felipe, con la coalición de las Provincias Unidas, Inglaterra y Austria, favorables a Carlos de Austria.
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